Jueves 30 de enero, en la ciudad de San Francisco de Quito, en los bajos del edificio de la Corte Constitucional, se llevaba a cabo una gran concentración de personas. Pero, ¿para qué? ¿Por qué reunirse allí? La respuesta es sencilla, aunque con un trasfondo profundo: defender a la niñez.
A menudo, muchos actores políticos se autodenominan “salvadores de la patria”, proclamándolo con soberbia y un populismo que raya en lo excéntrico. Sin embargo, en esta ocasión, había algo distinto. No se percibía la imagen de la «partidocracia», sino más bien la de un grupo de patriotas unidos, luchando por aquellos que no tienen voz, por quienes están cansados de la imposición ideológica de unos pocos, financiados de manera oscura. Entre la multitud, destacaba un cartel con el mensaje: “#ÚneteALaResistencia”, acompañado de una palabra aún más grande y poderosa: “FIRMES”.
A lo largo de la historia, la humanidad ha atravesado procesos de revolución que han socavado los cimientos de la sociedad, desde lo más esencial como la familia, los valores y el orden. Sin embargo, estos movimientos siempre han sido enfrentados por valientes patriotas dispuestos a defender su nación. No es intención de este ensayo realizar una revisión histórica, pero es importante recordar que el denominado “progresismo” o la ideología “woke” no es más que un nuevo intento de aquello que, en el pasado, ha causado un daño terrible, pues su base es cultural.
Se dice que la historia es cíclica y, por cada intento de revolución, surgen patriotas dispuestos a dar la batalla y emprender la CONTRARREVOLUCIÓN. Aquí es donde entra FIRMES, un movimiento cuyo objetivo es dar y ganar la batalla cultural, porque corresponde a los signos de los tiempos, porque hay que dar la cara, porque hay que ser valientes, porque lo vale. Porque, si nadie más lo hace, siempre habrá patriotas dispuestos a luchar contra las fuerzas revolucionarias.
El momento llegó. Ayer comenzó. Se despertó la mayoría silenciosa de este país, aquella que se había mantenido dormida… o tal vez solo faltaba la chispa que canalizara su descontento, su rechazo hacia lo «woke». Faltaba quien guiara a esa gran masa indignada por la imposición de unos pocos que buscan nuestra destrucción. Faltaban verdaderos líderes de derecha.
No es necesario extender más este escrito, aunque mucho más se podría decir. Sin embargo, recupero una idea central: la historia es cíclica. Y dejo una reflexión final: Nuestros abuelos enfrentaron la guerra del 40. Nuestros padres, la guerra del Alto Cenepa. Y nosotros, ¿qué batalla libramos? Nuestra guerra es la batalla cultural, nuestra lucha se libra en este escenario.
Por último, una pregunta para quien lea esto: En un futuro lejano, cuando mires atrás, te preguntarás: “¿Dónde estuve cuando todo esto comenzó?”

Miren esa foto. Ahí empezó. Así comenzó la…
¡CONTRARREVOLUCIÓN DE FIRMES!
¡FIRMES POR EL ECUADOR!
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