Por Felipe Dueñas
Abogado. Master en Derecho Internacional
¿Por qué nos dicen Madera de Guerrero? ¿Sabes la historia?
Para saber hacia dónde vamos, primero debemos entender de dónde venimos. En tiempos de incertidumbre e inseguridad, es valioso recordar nuestras raíces.
Somos herederos de dos grandes linajes: de un lado, los guerreros de la Hispania, mezcla de pueblos iberos, celtas, griegos, cartagineses, romanos, visigodos, judíos, magrebíes; hombres de frontera que después de la invasión musulmana, durante siete siglos resistieron al Islam, y que al concluir esa lucha, buscando rutas comerciales, descubrieron un nuevo continente, llevando la Cruz a nuevas tierras, llevando consigo una civilización que trajo a América desde California a Cabo de Hornos, filosofía griega, derecho romano y fe cristiana. Del otro lado, descendemos de los bravos huancavilcas, punaes y chonos, pueblos que no se sometieron al Inca y que supieron defender su autonomía con tenacidad.
La fecha de fundación de Guayaquil no es el 25 de julio. Aquel es el día de Santiago Apóstol, patrón de España en el santoral. Este nombre fue utilizado para fundar múltiples ciudades del mundo hispano: Santiago de Compostela, Santiago de Cuba, Santiago de Chile, entre otras.
En 1534, Sebastián de Benalcázar, subalterno de Francisco Pizarro, partió desde San Miguel de Piura hacia el norte, con el fin de adelantarse a Pedro de Alvarado, compañero de Cortés, que intentaba ocupar las tierras del actual Ecuador. Para asegurar la posesión del territorio, Benalcázar fundó la ciudad de Santiago de Quito el 15 de agosto de 1534 en Cicalpa (actual Chimborazo). Según el derecho castellano, fundar una ciudad era un acto político, jurídico y religioso que implicaba escritura, reparto de tierras y un procedimiento formal. Una vez fundada, no podía volver a fundarse, aunque sí podía trasladarse.
Al llegar Pedro de Alvarado, el 26 de agosto, y comprobar que una ciudad ya había sido oficialmente fundada y en posesión del territorio, se evitó un conflicto armado mediante un acuerdo: Alvarado cedía tropas a cambio de recuperar parte de su inversión. El 28 de agosto, en el mismo lugar, se fundó San Francisco, que fue trasladada en diciembre de ese año al sitio que hoy ocupa la actual Quito.
Benalcázar, encargado de pacificar la región, trasladó la ciudad de Santiago hacia la costa. A lo largo de este proceso, la ciudad adoptó distintos nombres: Santiago de Quito, de la Culata, de la Nueva Castilla. Esto generó confusión entre historiadores, quienes ante la pérdida de documentos y el desconocimiento del derecho indiano, pensaron en fundaciones múltiples. No fue hasta 1955, cuando Miguel de Aspiazu Carbo demostró que se trataba de una sola ciudad trasladada en distintas ocasiones, que se clarificó esta parte de la Historia.
En 1535, Benalcázar exploró el golfo de Guayaquil y trasladó la ciudad al río Amay, cerca del poblado indígena «Guayaquile», que servía como puerto. Sin embargo, este asentamiento fue destruido por los chonos, lo que obligó a los sobrevivientes a replegarse hacia Quito.
El tercer emplazamiento lo realizó Hernando de Zaera en 1536, en el sitio conocido como Yagual, posiblemente la actual Posorja. Al ser llamado a Lima para auxiliar a Pizarro, Zaera no regresó, y el poblado quedó abandonado.
En 1541, Francisco de Orellana trasladó la ciudad a la desembocadura del Yaguachi, en lo que se conoció como Santiago de la Culata. Posteriormente, partió hacia su expedición por el Amazonas, llevándose a varios vecinos y dejando la ciudad despoblada, lo que aprovechó la resistencia indígena para cercarla nuevamente.
En 1542, Diego de Urbina reubicó la ciudad a orillas del Daule, en territorio huancavilca, bajo el nombre de Santiago de la Nueva Castilla. Un año más tarde, se restableció nuevamente en el Yaguachi, como Santiago de Guayaquil, cerca del sitio del segundo emplazamiento.
Durante este tiempo estalló la guerra civil entre pizarristas y almagristas. Con la muerte de ambos líderes, Gonzalo Pizarro se rebeló contra la Corona en lo que se conoció como la Rebelión de los Encomenderos. Tras la muerte del virrey Blasco Núñez de Vela en la batalla de Iñaquito, el rey Carlos I envió a Pedro de la Gasca, sacerdote y diplomático, a restablecer el orden. Gracias a su habilidad política, este logró el apoyo de muchos conquistadores al garantizar la herencia de encomiendas.
En Guayaquil, Francisco de Olmos ejecutó al teniente pizarrista Manuel Estacio. En respuesta, Pedro de Puelles ordenó desde Quito el castigo contra la ciudad, que era leal al rey. Ante la amenaza, y con pocas tropas, los vecinos decidieron trasladar la ciudad al margen occidental del río Guayas, al pie del Cerrito Verde (hoy Cerro Santa Ana). Este séptimo y definitivo traslado, ocurrido en 1547, permitió mayor defensa y control del entorno.
Desde entonces, la ciudad no volvió a trasladarse. Esta decisión provocó malestar entre los vecinos de Quito, que debían cruzar el río para llegar a Santiago, lo que originó una histórica rivalidad entre ambas ciudades que ha frenado el crecimiento del país.
Después Guayaquil, con el pasar de los años, lidiará contra piratas, incendios, jurisdicciones confusas, revoluciones, centralismo, crisis económicas. Pero gracias al auge comercial agroexportador y al empuje de su gente, terminó por convertirse en la capital económica de la República del Ecuador.
Tenemos las aptitudes necesarias para superar esta crisis de inseguridad. Con fe al frente y un plan de acción claro; con un norte político, legal y social, podremos fortalecernos juntos. Sabemos que no será fácil, pero llevamos en nosotros la madera de guerrero, y eso nos dará la fuerza para vencer.

Es necesario mantener la historia viva. Gracias por compartir. Lo del nuevo partido es alentador. Se necesita.
Muchas gracias por tu apoyo, Alina, desde FIRMES estamos completamente enfocados en la restauración del país desde todos los aspectos y para eso debemos conocer nuestra historia.
Siempre la historia asombra, y es muy interesante comprender de dónde viene o el origen de algo en este caso la ciudad de Guayaquil.
Gracias Daniel por tu mensaje. Guayaquil, al igual que todas las ciudades del país, tiene una historia muy enriquecedora que merece ser conocida y valorada, quienes formamos parte de FIRMES rescataremos la identidad nacional que los malos políticos nos han arrebatado.